Rugby World Cup 2007 Los Pumas-Francia

20 de octubre de 2007

Una fantastica leccion de rugby


Los Pumas han brindado esta noche una fantástica lección de rugby. A los franceses y al mundo. Ganaron en todos los aspectos de este juego y volvieron a derrotar a los locales, esta vez por paliza, para quedarse, por si fuese poco, con el tercer puesto del Mundial. Tackle descomunal, presión asfixiante, manejo de la pelota con el pie y con las manos, cinco tries y guapeza cuando el rival creyó que lo podía ganar a las trompadas.

Fue, como se prevía, una noche memorable esta de aquí en el Parque de los Príncipes. Lo iba a ser aún en la derrota, porque se llegaba al final de un ciclo y porque se trataba del último acto en un Mundial inolvidable. Pero estos Pumas dieron más todavía. No sólo porque se recuperaron más rápido de lo pensado de la derrota del último domingo con los Springboks, sino porque jugaron el mejor partido del torneo. Como dijo Agustín Pichot en la conferencia de prensa: "Es difícil de explicar lo que tiene este equipo". Orgullo, grandeza, solidaridad, amor por lo que siente, fiel a sus orígenes y todo lo que le quieran agregar.

Marcelo Loffreda, en su despedida de un ciclo brillante de 8 años, dio otra pista: "Este equipo no jugó sólo por el tercer puesto. Fue por más. Jugó por como siente y por como vive el rugby. Como dicen los jugadores, son lo últimos románticos del rugby. Y jugaron por ese romanticismo".

Hay decenas de imágenes en la fría noche de París. Los argentinos revoleando sus banderas y camisetas, sin quererse ir nunca de acá. Jugadores e hinchas cantando "El que no salta es un francés..." El plantel recibiendo la medalla de oro. La vuelta olímpica bajo los aplausos de los pocos franceses que resistieron otra humillación. Los 45 juntos escuchando la última arenga de Pichot. El mismo 9 cargando en sus hombros a su hija más chica, Joaquina, que es un calco de él, y Juan Martín Hernández llevando del mismo modo a la otra, Valentina. Ignacio Fernández Lobbe mostrándole su hijita a Sebastien Chabal. También los niños de Federico Todeschini y de Martín Durand. La familia Puma. Pero existe una que es un símbolo: el abrazo largo, interminable, apretado, entre el entrenador y el capitán, los grandes referentes de todo esto. Uno por sus conocimientos y por su historia Puma; el otro, por todo.

Los primeros 20 minutos fueron muy complicados. Francia se lanzó al ataque desde el inicio, abriendo la pelota de todos lados. Los Pumas resistieron a puro tackle. Ahí el interrogante era si los argentinos iban a poder aguantar ese ritmo o si los franceses terminarían por desmoralizarse de ir tanto para atrás.

Se dio esto último. Cuando Felipe Contepomi empató con un penal en la primera acción en la que Los Pumas pasaron la mitad de la cancha, allá por los 20, todo cambió. Francia sintió el impacto de haber hecho todo el gasto y de no poder sacar ventaja. Mucho más cuando a los 27, tras una jugada de varias fases, Pichot buscó el ciego y el extraordinario Felipe Contepomi pasó como un rayo entre dos.

Los Pumas vieron que el rival estaba herido y fueron a triturarlo. Una entrada punzante de Alberto Vernet Basualdo -todo se inició en un drop de Hernández que pegó en el palo- tuvo su continuado y el tucumano Omar Hasán se dio el lujo de retirarse del seleccionado con un try. En una ráfaga, los argentinos estaban 17-3.

Ahí vino el momento más caliente del partido. Los franceses, desesparados porque además Los Pumas les estaban ganando también con el rugby champagne, empezaron a pegar. Trompadas, pisotones. Los argentinos no se quedaron atrás. Bancaron el embate. El árbitro neocelandés Paul Honiss debió haber castigado con mayor rigor al capitán Raphael Ibáñez. Pero esperó sacarle una amarilla junto a Rimas Alvarez. La obstrucción no fue tan brusca como el tremendo pisotón del 2.

Francia jugó tres penales en el último minuto vez de buscar a los palos. En todos resistieron los argentinos de manera heroica. Como en los primeros minutos del test inaugural, como en aquella gesta ante Irlanda en el 99. Hasta que los locales cometieron una infracción. Allí pareció que se acababa partido.

"Nos podían ganar de varias maneras, pero estén seguros que Francia no nos iba a pasar por arriba ni por el medio ni de guapo. Por eso venían y venían, pero siempre volvían para atrás", apuntó Pichot.

En realidad, allí comenzó el último acto de la lección de Los Pumas. ¿Querían rugby champagne? Pues bien, a los 12 minutos Ignacio Corleto, quien jugó un Mundial excepcional, inició una corrida desde el fondo. Se armó un ruck y Hernández hizo un triple salteo. Del otro lado quedaron Rimas y Federico Martín Aramburu. El segunda línea se la dio al wing y éste apoyó tras pisar para adentro. Una joyita.

Francia ya no daba más. No sabía qué hacer. Entró Chabal y como el 7 de septiembre, lo plantaron de entrada. Juan Leguizamón, quien había entrado muy acelerado, lo paró de un hombrazo y vio la amarilla. Había que resistir los últimos 19 minutos con 14. No importó.

A los 24, con uno menos, se insiste, otro golpe mortal. Del tackle, tackle y tackle se recuperó una pelota. Horacio Agulla, otro gigante de físico chico, encaró a sus dos marcadores y los dibujó. De atrás venía como un avión Corleto. Y, calcado al primer partido, anotó tras una corrida espectacular de media cancha. Los Pumas ganaban 27-3.

De poco sirvió que el fullback Clement Poitrenaud, uno de los que había calentado el ambiente con declaraciones, vulnerara recién el ingoal de los argentinos a los 26.

El aliento de los franceses hacia su equipo y los abucheos a los argentinos agrandaron a Los Pumas. Esteban Lozada fue bien de punta y ganó varios metros. Hernández -otra vez mostró toda su pasta de crack- encaró y nuevamente Felipe festejó de cara a la tribuna. Quinto try.

Pudo haber incluso uno más en los últimos minutos. Ya por ese entonces los franceses ?amplísima mayoría en los 45.958 espectadores- se iban del estadio. Los que quedaron afuera se abrazaban con los reemplazados. Pichot se marchaba con los brazos en alto y le dejaba su lugar a Nicolás Fernández Miranda, un ejemplo de rugbier que se bancó tres Mundiales detrás de la figura. También entraba Eusebio Guiñazú para completar los 31 en campo durante el torneo. Era fiesta argentina.

¿Figuras? Todos, aunque la organización eligió a Pichot como The Man of the Match.

Ya vendrá el tiempo de un análisis más riguroso, de pensar en lo que vendrá. Ahora es tiempo de disfrutar esto. De celebrar una actuación histórica, coronada nada menos que con la medalla de bronce. Los Pumas, al fin, demostraron que no hay imposibles. Lo hicieron otra vez en otra noche memorable.


Autor:
Jorge Búsico